Me cansé de guardar mis dibujos en un cajón y los puse al lado de textos sin mucha importancia sobr

domingo, 5 de diciembre de 2010

Lo Insegurable

 Hace unos años contraté una póliza. La cobertura es extensa, y tiene vigencia hasta el día de hoy. Les cuento;
-Aseguré mi casa; quien sabe si alguien un día la toman, la desentierra, le quitan las fundaciones, sea parte de un carro alegórico o un set de televisión. Quiero mi casa segura y siempre convertida en casa. No saco nada con describir que pasaría con ella participando en un incendio, terremoto o huracán.
-Aseguré mi auto; imposible regalarlo para la práctica de alunizajes, mucho menos convertirlo en chatarra, naves espacial o cualquier tipo de pieza faltante para intentos de naves espaciales universitarias. Si le robasen las ruedas, quedaría como casita para niños en los juegos de arena, no, que horrorosa visión.
-Aseguré mi dinero; tomé un seguro adicional, además de la seguridad que una larga fila en el banco me pueda dar. Aseguré el plástico y el metal, aseguré hasta las letras sobresalientes con mi nombre, los sellos de agua, aseguré la tinta y los colores. Tomé un seguro adicional para que las cifras no cambien con el paso del tiempo, y así desaparezcan mis fondos. Aseguré la cordura con la que debo ocupar cada peso, aseguré su pérdida sin explicaciones y aseguré mi sensatez para no prestar más de lo razonablemente aceptado.
-Aseguré mi salud; aseguré mi baja probabilidad de tener algún accidente, aseguré mis buenos genes para no contar con extrañas enfermedades, aseguré tener una buena silla en la sala de espera. Aseguré la pérdida de cualquier órgano o extremidad.
Todavía no ha sucedido nada de lo que podría pasar y la póliza cubra mis gastos. Sigo pagando todos los meses esperando utilizar al fin mi parte necesaria, que algo suceda, y aunque nunca evite que sucedan, espero con ansias el momento de hacer uso de esta póliza y todos esos papeles y trámites…

sábado, 27 de noviembre de 2010

El Místico Sentido de los Miedos

Tenía tanto miedo, comencé a escarbar en los libros, vi cientos de películas sobre la religión y el sentido de la vida, ayudé a todos los débiles que encontré a mi paso, pero el miedo no se iba. Pagué mucho dinero por encuentros espirituales, probé con ritos paganos, antiguas drogas alucinógenas, bailé alrededor de una hoguera, hice sacrificios de sangre y ayuno, siendo así y a pesar de todo, mis miedos no se iban. Pensaba en la muerte, en la miseria, temía a la naturaleza y su fuerza descomunal, el miedo a la soledad, a la ausencia y todas las carencias posibles carcomían mis energías para seguir viviendo.
Todo hubiera seguido igual sino hubiera conocido a aquel ser que hizo de mi alma una llamarada infinita. Me presentó los secretos de la historia y lo místico, esos mismos que millones desconocen y que ha dependido de solo algunos mantenerlos en secreto. Me dio charlas de humildad, lo que me permitió tener la chance para no pensar si era o no especial entre todos y darme cuenta de lo miserable que seguía siendo. Me dejó prendido a la calidez y esa dulzura, la de su voz cuando decía; “no dejes que tu propia fé te encierre en los miedos, tu fé debe enfrentarlos, hacerlos desaparecer”… No fueron necesarias más palabras para entender que creer en lo místico, que darle tanto sentido a lo espiritual sienta su dirección cuando se es capaz de no temerle a lo superior, sino que subir hasta él, ser más y mejor, derrotar las barreras, superar las caídas, conocerse a sí mismo, entender la importancia de los real, valorar la verdad, dejar a un lado los símbolos, los ritos, las meditaciones, dejar de llenarse de ruido mientras el corazón se llena de miedos. Desde ese encuentro, el templo, los ritos, los objetos de valor, los llevo solo dentro de mí, los hago agua, los convierto en esa llama que realmente necesito para no tener más miedo.

Feria del Cómic Plaza Brasil - Algunas fotos





martes, 19 de octubre de 2010

Conquistando en el Nombre

Nos embarcamos en una enorme nave, la bodega atestada de comida y bebida para los cien hombres que me acompañaron. Las banderas a lo alto, el triunfo antes de ganarlo ya estaba declarado a los cuatro vientos. Todos los días los pequeños se dedicaban a afilar las espadas, cuidar de las armaduras, lustrar las botas del ejército, emprender el espíritu, gritar a lo alto; “¡Vaaamooos pooor eeellooos!”. Queríamos llegar muy pronto, me sentía como un pequeño Dios liderando a todos estos hombres, ¡qué Dios!, una Diosa bajada del Olimpo para dirigir esta noble conquista.
Hace años recibimos noticias de aquellas tierras vírgenes, de sus alrededores, de la dócil fauna, de la riqueza de la tierra. La empresa tomó la atención de muchos ricos y aventureros, que enceguecidos por la idea, dejaron sus riquezas y ocupaciones para ir a conquistar con sus propios nombres lo desconocido, a apropiarse de todo ese paraíso relatado por los viajeros de antaño que parecía no tener dueño.
“¡Estamos llegandooo!”… “¡Tieeerraaa a laaa viiistaaaa!”. Ahí estaba, con sus montañas, con sus arenas, su oro, el agua dulce que tanto deseaba que me envolviera y me limpiara de tanta borrachera a bordo, del mal olor a hombre. Entonces cuando llegamos, y pisamos la tierra firme, me deshice de todos esos animales que me acompañaban, a todos esos sucios y bárbaros ambiciosos que querían robar mi idea, mi sueño, mi conquista, los asesiné con mi propia espada, con esa pequeña fuerza burlada durante todos estos meses en medio del mar, con ese mismo silencio que les regalé cada vez que me hicieron callar, y con la misma idea de llegar a conquistar esta tierra que en sueños veía y que nunca ellos la soñaron… Me quedé sola, con todos los cuerpos alrededor mío, invadiendo con mi propio nombre, mi idea, mi sueño, la tierra donde conseguí mi gran conquista.

domingo, 10 de octubre de 2010

Los Juegos

Tiranos, traidores, estafadores, vengadores, protectores, pacientes, violentos, pacifistas, egoístas, ambiciosos, generosos, embusteros, justicieros. Se habían cambiado el nombre y las máscaras, y mientras jugaban en la salita de juegos sacaron a relucir su actitud. Se quitaron las piezas, se las escondieron, se las regalaron, las perdieron. Se imaginar otro mundo, y de paso, se vistieron con más edad. El tablero dejaba de ser ese pedazo de realidad flojo para convertirse en un escenario sin límites horarios y de nacionalidad. Se categorizaron, manipularon los dados y ¡zás!, se arrebataron las manos, se estiraron el pelo, afloraron las envidias, se perdieron las bondades. “¡Déjame que te diga que eres un tramposo!”… “¡¡¡Aaaaah!!! ¡Qué te coma la serpiente!”, “¡Qué te ahogues en un lago!”. Mientras más los miraba, los odiaba con más amor, y comencé a temerles. “¡Suéltame el brazo!”… “¡¡¡No quiero!!!” “¡¡¡Suéltame el brazo maldito traidooooor!!!”. Quiero que se dejen ese pedazo de mundo, que se los trague, quiero que desaparezcan, que se mantengan pequeños e insignificantes como siempre, ratitas estúpidas, pequeños tiranos, traidores, estafadores, vengadores, protectores, pacientes, violentos, pacifistas, egoístas, ambiciosos, generosos, embusteros y a veces también justicieros.

jueves, 30 de septiembre de 2010

No Hables en la Mesa


Ángela es una buena chica. Tiene trece años, es una estupenda alumna, muy aplicada para las matemáticas. Presidenta de curso durante los últimos dos años, capitana del equipo de cheerleaders. Su carácter y voluntad la han hecho merecedora de los más importantes galardones a nivel escolar.
Ángela brilla fuera de su casa, pero dentro de ella, ha sido víctima durante todos estos años de una disciplina tan estricta como agotadora. Levantarse todos los dias, incluyendo sábados, domingos y festivos a las seis de la mañana para hacer ejercicios con su madre. A las siete toma un desayuno a base de semillas y lácteos. Llega al colegio media hora antes y dedica unos minutos a la lectura. Su banco impecable la espera para que ella, perfecta, quieta y silenciosa, cumpla con sus labores escolares. En los recreos suele compartir con sus compañeras, o bien, repasa las materias. Cuando es llamada a liderar las decisiones, estoica se hace responsable de su labor, sin titubear ni dar su brazo a torcer. Por las tardes suele asistir al club de ciencias o al entrenamiento.
Ángela evita siempre llegar a casa. Tiene miedo, siente rabia. No la dejan tocar el piano, no la dejan escuchar radio, hace unos meses le quitaron las revistas, y actualmente solo tiene acceso a la biblioteca de su padre. Cuando llegan las siete de la tarde, se sienta a comer. Perfecta, quieta y en silencio, se enfrenta al peor horror de su vida, no poder hablar en la mesa. “No te metas en temas de grande”, “no se habla ni de política ni de religión en esta casa”, “no tienes idea de lo que hablas”, “la mesa es para comer, no para hablar pavadas”.
Ángela ha decidido desde hoy dar una pequeña vuelta, torcerse sobre su propio eje, girar la cabeza, mirar por la ventana, dejar el plato a un lado y recordar que fue de su día cuando era libre y admirada. Allá adentro se siente enterrada, manipulada, tan disminuida. Planea su pronto escape, aunque demore en ser mayor, ya lo planea.
Ángela se va a dormir a las nueve. Cepilla su cabello, se quita las medias, deja todo ordenado, y sueña con el sonido de fondo del grito de sus padres.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La Costumbre Ancestral del Traspaso Generacional



Se repite, se nace, se aprende, se enseña, se muere, se vuelve a repetir. Nacemos como frutos de una flor, dejamos caer muchas semillas, podridas y sanas. Los años van creando su sabiduría, la Gaia se alimenta de nuestras experiencias, la historia abulta sus volúmenes con los próceseres contempóraneos. Cada nuevo brote en esta inmensidad asume millones de decisiones, tantos errores como aciertos, tanta constancia que logra milagros de la ciencia, tanta espera para escribir sobre todo el papel, tanta meditación para lograr el estado perfecto, tanta destreza, talento y vocación para conseguir la belleza y el buen horror.
Es la proyección de futuro, la inversión a largo plazo, el construir caminos levemente cimentados para las próximas generaciones. Los vacíos esperan ser llenados alguna vez, para que de algo sirva seguir con este asunto. Aquellos que vendrán serán la hipoteca saldada, las soluciones a la falta de criterio de tantos miles de millones que ya pasaron por este maravilloso pedazo de universo, seres que serán las comas de están inmensidad, el sentido de algo. Seres dueños de una herencia ya instituída. Sigue y se repite, cuando nacemos lo recibimos, cuando nos llega el momento de nuestra muerte lo entregamos. ¿Cómo moldearlo?, ¿cómo hacerlo mejor?, ¿destruir o enriquecer?, ¿mantener o cambiarlo todo?. Seres que reciben la medalla, seres que la entregan con más o con menos. Una costumbre que no decidimos, un deber, una constante, el legado, la transferencia manual e intelectual, el sentido de la vida.

viernes, 24 de septiembre de 2010

"Mandamientos de Mentira" #1, del blog al papel...

Estimados visitantes, tengo el agrado de contarles que esta semana se han impreso las primeras copias de la revista de mi querido blog. Este es el número correspondiente a septiembre, cuenta con los primeras nueve entradas del blog, arreglos especiales y revisión del texto. Lamentablemente, y por la falta de presupuesto, solo está disponible en Santiago de Chile vía una distribución mano a mano, con un costo de $1000 pesos chilenos. Me encantaría poder llevárselo a todos, pero por ahora, y como está en marcha blanca, solo lo podrán conseguir por mi cuenta. Si vives por aquí cerca, no dudes en enviarme un correo a panchulei@gmail.com.

sábado, 18 de septiembre de 2010

De Incógnito

Estos días son / No un castigo, más bien devoción / Qué separación de mi por dos / Logro mecanización / Pasar años en rápido voy / Pero antes debo atrasar mis juicios.

Estos días van / Qué brillan, que me dan demás / Credibilidad, inteligencia o imbecilidad / Y me atraviesa / Lo que perdura ya es condición / De mis pasos faltos poco errático asfalto.

Quiero sortear mi día / Hacer de mi creación / Campo abierto obsoleto / Fuera de toda inspiración / Y darle espacio al viento / Que arrebata mi imaginación / Una ocupación de incógnito / No sirve, no, no, no, no, no.


Me había acostumbrado a tapar mi cara con un antifaz negro de terciopelo, para que los que me vieron en el escenario no me reconocieran de civil por la calle. Cuando llego al trabajo, mis colegas y jefes ni siquiera se enteran de que fue lo que hice anoche, es como si hubiera cometido un crimen. Cuando me quedo dormida sobre el escritorio, no tienen idea de que ayer la función fue muy tarde por la noche, que de ahí hubo que ordenar, sacarse el maquillaje, las trabas de la peluca estaban duras y me pinchaban los dedos como pequeños diablillos afilados. De noche sueño con lo que vendrá, pero siempre de noche, o por los fines de semana. Luego hay que cumplir la rutina de lunes a viernes, de nueve a diecinueve horas, con un escritorio rebosante de planillas y asuntos por resolver, siempre de incógnito.
Durante la función de anoche divisé a mi jefe entre el público. Me dio escalofríos que me viera por primera vez sin ese antifaz de incógnito. Mi sorpresa fue aún mayor, cuando a la mañana siguiente me llama a su oficina, me entrega un sobre azul y dice; “Lo que perdura ya es condición, y usted no nació para este mundo. Prefiero que se dé una oportunidad, porque lo hace fantástico… Una ocupación de incógnito, no sirve, no, no, no, no, no”. De mi boca fue imposible que saliera algo más que un “Gracias”.
Hoy trabajo de lleno en el teatro, ¿y saben qué?, no me he muerto de hambre. Y aunque me muera antes, moriré completa.


martes, 14 de septiembre de 2010

La Cápsula Unificadora


Me pego piel con piel, chaleco con chaleco, espalda con espalda, bolso con cartera, sueño con aceleración, mano con puño, pierna con billetera. Sentí algo extraño atrás… ¡qué pervertido! ¿Esa señora conocerá el enjuague bucal? ¿Ese tipo conocerá el perfume? ¡Qué mal huele aquí! Ese chiquillo me está mirando con cara de nada, esa niña está concentrada en un libro, que desubicada. Hay tanta gente aquí, dicen que son cinco almas por metro cuadrado, ¡cinco! ¿No serán demasiado?

Todo comienza por las mañanas, cuando la tierra está tan ocupada, que las cápsulas vuelan, y uno con audacia da un gran salto, agarra una cuerda, se sube y ya es parte de la tribulación. Luego en reversa, cuando se ve desde tan arriba el lugar a donde quieras ir. Cuando frena, todos nos movemos como una gran masa, cuando uno quiere salir de ahí, hay que empujar, y terminas no solo empujando al que está a tu lado, sino que la masa se empuja también. Cuando alguien estornuda el otro lo recibe, cuando a alguien le pica la espalda, el codazo para llegar a ella es siempre inevitable. Cuando anda lento, todos alegamos como un gran coro, cuando hace sueño, dormimos en la espalda o el hombro de ese extraño, que de tanto tantear, pareciera ser un amigo de la infancia. Nos quejamos todos los días, y aún así no entendemos que mejor sería caminar o correr, tal vez lo ideal sería quedarse siempre en casa, pero así y todo, trepamos hasta el cielo todos los días cuando sale el sol.

miércoles, 2 de junio de 2010

La Contemplación

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Quiero esparcirme dentro de un cuadro, ser convertida en tapiz, apoyar una instalación, ser la materia viva dentro de la cáscara de yeso de una escultura, me encantaría convertirme en colores y líneas, estirar la proporción, encontrarme con las formas, ser una pieza más, una observación, una contemplación más de aquellas que nos detienen por segundos en la nada, mirando de frente, sintiéndonos tan pequeños como insignificantes, mientras esa pieza lo es todo, se come la sala, nos envuelve en las sensaciones entregadas por el autor a ella, para ser así para siempre, para que no la detenga el tiempo, para que nada la cambie.

Como entes caminantes y observadores dentro de una sala, solo somos el paso que desgasta el piso, los ojos que marcan una y otra vez el óleo, el acrílico, las telas, el papel. Somos solo un destello, y la obra no nos recordará, no nos tendrá piedad cuando viaje, se cambie de sala y vuelva a deslumbrar a miles de ojos y cause tantos suspiros como calmas y explosiones internas, como cuchilladas en una tabla de picar carne, solo será una hoja más tapando el colector de agua, o un pellizco más en el brazo de uno de tus amigos, a los que les recuerdas por medio del dolor, que sentimos y que aún estamos vivos.

Panchulei

jueves, 27 de mayo de 2010

Choque de Saludos

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Nos pasa a las parejas, a los enamorados, a los siameses, a los cómplices, a los compañeros de vida. El choque de saludos es algo propio del día a día, cada vez que nos debemos separar por alguna extraña razón y nos volteamos a seguir en esa despedida que no queremos que termine, como si de eso dependiera seguir unidos, aunque sea de esa forma virtual que debemos practicar cuando nos toca estar lejos.

Extendemos nuestras manos mientras se golpean con otras manos, mientras otros creen que a ellos se les saluda, y chocan con los autos y las personas, con los árboles y sus hojas, con los postes, con los puestos de comida. Pero la seguimos extendiendo sin importar si vemos la mano del otro, si el otro está viendo la tuya, es la intención de la seña, de ese gesto de ti para mi, de mi para ti.

Gracias a esas cosas hermosas de la vida, esto no solo pasa cuando nos despedimos, también nos vemos de lejos previo a cada encuentro, te recibo con saltos, manos arriba, volteando, corriendo, saltando, porque quiero que sepas que aquí estoy, a segundos de encontrarte, y no me importan los extraños que se estén burlando de este festejo infantil, porque simplemente quiero que mis besos y abrazos pueden cruzar cualquier obstáculo, que nuestros saludos salgan ilesos entre tanto choque humano e inerte.

Panchulei

martes, 25 de mayo de 2010

Listas: #1 Libros

17ListadoDeLibrosCamilo me inquieta. Se ha pasado los últimos diez años pegado al diván de la biblioteca. No es que me preocupe del todo mal, sino que me preocupa en un sentido más bien curioso, me inquieta su quietud, pero lo que más me inquieta es ese exquisito arte que cultiva: leer. Pero él lee con furia, dedica la mayor cantidad de sus fuerzas, ganas y tiempos en ello. Me inquieta saber en que está cada momento, en que mundo anda caminando, por cual sendero ensucia sus zapatos, en que reflexión agresiva y poco amorosa anda metido, que cosas está aprendiendo en cada una de las líneas que sus ojos devoran como quien esquiva lianas en la selva. Todos los dineros extras o inesperados, así como también los urgentes y escasos, son absolutamente dedicados a su manía, a su pasión, o a ese acto más cercano al coleccionismo que a la instrucción. Por qué esto no se detiene una vez que se levanta y sale a caminar, esto sigue en su maletín guardado en forma de marcador de página, o por las calles, envuelto en vitrinas y estanterías eternas, en ofertas, en curiosidades dignos de bibliófilos como él.

Como todo buena pasión, ha planificado con mesura sus lecturas; cuenta con una extensa lista de los libros que leerá, pasando por literatura de guerra civil como es la de Marsé, bañándose en una exquisita fuente de suspenso y creatividad como lo es Cortázar, revisando un práctico libro de fotografía como es el de Emanuel, entrando al terreno de la lucha de clases y cristiandad como lo hace solo Richard, sentándose en las crónicas de Donoso, cultivando la línea de sus trazos con Simpson, o simplemente oscureciéndose con las historias de Palahniuk. La lista es enorme, y por año ha alcanzado los más de cien títulos, en muchos casos alcanzando hasta los doscientos. Las demandas auto acordadas han sido seccionadas de forma natural por los meses del año, así cada libro leído es un importante número de páginas ganadas al mes, y así hay un conteo anual. Se van tachando los ya leído, así como se ha preocupado de no dejar al lado dos títulos relacionados entre sí, para ir variando en sus lecturas.

Espero que todo siga bien con Camilo, que siga empapándose de las letras que tanto ama. Eso si, suelo hablarle de precauciones, ya que he sabido de personas que son atrapadas por enormes libreras hambrientas de material vivo para ser procesado y así enriquecer aún más las líneas de esa celulosa mezclada para producir milagros asombrosos, como son los libros.

Panchulei

jueves, 20 de mayo de 2010

Disolviendo la Tristeza

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Tanto tiempo ha pasado, y hay algo que nunca termina de atravesar mi alma, mis ganas son para volver a creer en ellas, y el espíritu está tan alto como las fortalezas. Es que al parecer es una cualidad, el llevar la tristeza atravesando la mitad de mi cuerpo, pasando por mis fuertes, por mis miedos, haciendo de mi silencio el mejor de los genios.

Es una costumbre dejar las penas adentro, casi imperceptibles, estallar solo a veces en un llanto, e intentar disolverlas cada vez que se pueda. Es una mochila tan pesada, donde llevo el despegue hacia la muerte de tantos queridos, los daños de los aún vivos, los errores evitables, el miedo al futuro, todas culpas y pesares. Al sentarse duele un poco, a veces le aplasto la cabeza. Otras veces me miran con ojos extraños por ven su cabeza colgar, con el calor se va derritiendo, y el frio realmente lo paraliza. Eso que me atraviesa no es más que un ser deforme, que poco a poco he ido sacando de mis entrañas, de un lado hacia otro, arrancándolo con fuerza, con rabia. Sé que algún día quedaré limpia, y miraré hacia arriba y solo veré hacia el infinito, donde encontraré las esperanzas necesarias para no seguir más con este sentimiento. Pero necesito que me ayudes, porque gracias a ti lo descubrí.

Panchulei

martes, 18 de mayo de 2010

Hacer las Cosas Bien

15HacerLasCosasBienPorque esto comenzó el día en que naciste y sabían todos que eras una bebita, una futura niña, una próxima mujer. De expectativas altas, los aretes de oro, el vestido color rosa. Las trenzas bien atadas, el moño alto, los zapatitos de charol y sus calcetas con blondas perfectamente blancos. Con los años la adolescente perfecta, no te puedes subir ni un gramo, perfectamente aseada. Por favor, cuide sus modales nena, postura recta, vestido planchado, joyas adecuadas, y nunca, pero nunca, maquillaje más de la cuenta. Debes tener un buen vocabulario, altas costumbres, buenos modales, cara de bondad, sonrisa perfecta. Las chicas boconas no les gusta a los hombres serios, importantes.

Cuídate de estudiar y llevar tus años en el colegio de la mejor forma, sobresaliendo, siendo partícipe de todo. Haz que la mayor parte de tu tiempo la pases en actividades que te beneficien. Ayuda a tus hermanos más pequeños a estudiar, elige un pasatiempo que hacer por la tarde. La corona solo se la lleva la más exitosa, y cuando llegues al final de esa etapa te darás cuenta de que si no haz dado lo mejor de ti, tendrás que olvidarte de todos los halagos. Porque ellos no se preocupan de esas cosas, en cambio a ti y a todas ellas les interesa ser las mejores, las más educadas, las que mejor hacen todo.

Querida pequeña y grande a la vez, los desafíos se harán cada vez mayores, sobre todo cuando entres a la universidad, y tengas que mantener tu elegancia natural. No te dejes llevar por las tentaciones, estudia todo lo que puedas, sé la mejor, aunque eso signifique ningunear y basurear a tus contrincantes. En tu mente siempre tendrá que estar en mente hacerlo todo bien. Es probable que durante ese período conozcas a tu príncipe, y luego de un largo tiempo de noviazgo te cases con él. En ese preciso momento pasarás de ser aquella mujer recién salida de la universidad que tendrá que convertirse por lejos en la mejor de todas; responder bien en el trabajo, ser agradecida con tus colegas, saludar cariñosamente a todos, lanzar una que otra risita idiota, y por la noche llegar a casa como si nada y ser la esposa atenta y cariñosa que él espera. No te preocupes que esa etapa será cortísima, porque querida mujer perfecta, pronto llegará el momento en que lo que nazca de tu vientre se apodere de tu vida, y tendrás que manifestar lo mejor de ti para ser madre. Que esa perfección que años cultivaste con encanto se transforme en la mayor manifestación de una mujer que hace las cosas bien, aunque se quede incubado entre cuatro paredes, ¿sabes por qué?, porque teme que finalmente, y como siempre lo hiciste, hagas todo mejor que él.

Panchulei

jueves, 13 de mayo de 2010

Feliz No Cumpleaños

14FelizNoCumpleaños Querido Armando: Te escribo junto a esta lejanía que ya se hace costumbre entre nosotros, esa distancia de tantos kilómetros que cada día me duele más. Te escribo hoy, y no mañana, porque sé que no gustas mucho de celebrar tu cumpleaños, porque te haces un año más grande, y el reloj comienza a tocar tus talones, todos te siguen recordando tus años y en que andas o deberías andar. Te escribo como un anticipo a las decenas de llamadas y mensajes que mañana te harán llegar los que más te quieren o se interesen en ir a celebrar contigo, algo que tú quieres hacer íntimo y privado, con quienes de verdad están en tu día a día.

Siempre he creído que en el día de nuestros cumpleaños, tenemos por única vez en el año el poder absoluto de producir encuentros, de estallar en alegría, o bien abstraernos del todo, aunque nos estén buscando, aunque no nos dejen respirar. También creo que en ese día tan especial en el que nos hacemos más viejos, tenemos que estar contentos, tranquilos y cómodos con todo lo que suceda en nuestras vidas, prohibido llorar, recibir quejas, ser parte de reconciliaciones innecesarias, ni mucho menos ser dueños de gestos hipócritas. Mejor pasar un rato agradable, con gente agradable, de pronto mejor pasarlo solo, o tal vez sea necesario elegir a una sola persona en el mundo y entregarle el privilegio de ser la única aceptada en tu vida durante ese día. Tal vez eso quieres, y por eso te envío una carta vacía, porque sé que adivinas cada palabra que quiero regalarte, como llenando el papel de poesía, de ternuras aprendidas, recordadas frases dichas al oído, leída mil veces en otras cartas.

Espero tu abordo mañana por la tarde, cuando tu cumpleaños sea tan solo una excusa para hacer algo. Esperaré que saques esa pesada mochila de tu espalda, te limpies bajo el agua, te pongas ropa limpia y salgamos. Iremos al restaurant que más desees, y mientras comamos, quiero recibir tus historias perdidas en el bosque, mientras siguiendo a un hermoso conejo te recuerdes que lo que haces es lo que más amas. Luego llegaremos a casa, y mientras el sueño nos envuelva, te acariciaré el cabello, como siempre, sin que nadie se entere de esta celebración privada, solo mía y tuya…

Panchulei

martes, 11 de mayo de 2010

Oh! Premiado Tedio

13OhPremiadoTedioEl mundo ofrece todos los días a mediodía el más grande de sus espectáculos; una asombrosa demostración de sus máquinas y sistemas automáticos. Millones de procesos se llevan a cabo en el momento en el que cada espectador, previo pago de su entrada, entra a ese enorme teatro lleno de cables y electricidad, modelos de última generación, por primera vez presentados y todos listos  para facilitar el trabajo de los humanos, o bien para reemplazarlos y así correrlos de sus funciones.

La figura de Doris es casi símbolo de otros tiempos, una especie de espejismo entre tanta tecnología, un fantasma tímido y tan mecánico como las máquinas que invita a conocer. Es una de las pocas personas que trabaja para este espectáculo. Su papel es la de vender las entradas a los curiosos que se osen de entrar a esa sala envuelta de modernos artefactos. Ha sido nombrada empleada del mes, del año y de la década, ya que su constancia ha hecho de ella una pieza más de esta gran maquinaria encargada de presentar el futuro a sus visitantes. Su labor es siempre la misma, y su salario solo ha variado de acuerdo a los reajustes.

Hoy es un día especial; luego de años de sacrificios por este monótono trabajo, el dueño de esta maquinaria ofrece espectáculos, le dará un gran bono equivalente a lo que ella ganaría en diez años, todo por su constancia de hacer día a día, instante a instante, la misma y estúpida acción de vender entradas. Guarden silencio, que ella no lo sabe, y lo que es peor, su jefe no sabe que ni esa enorme cifra de dinero calmará la frustración de Doris por tirar los mejores años de su vida al tacho de la basura.

Panchulei

domingo, 9 de mayo de 2010

Mirar por Sobre el Sombrero

12MirarPorSobreElSombrero

He lamentado durante toda mi vida, haberme topado con esa especie de personas dispuestas a terminar con tu mejor forma de ser y vivir, cargándote de comentarios inútiles y casi enfermizos, que ven el detalle de cada cosa, la pelusa de tu abrigo, el resorte que se escapó de tu antiguo colchón, el broche que ya no cierra, la uña que no alcanzaste a cortarte, el rastro de pastel que hay encima de tu sombrero. No les basta que lleves botones de oro ni botas de cocodrilo, porque para ellos lo defectuoso tiene muchísimo más valor en el momento de llevar su análisis a cabo. La cantidad de saliva y rabias malgastadas en la brusca búsqueda del defecto es asombrosa; para analizar la vestimenta pueden tomarse de cinco minutos a dos horas, para ver que hay detrás del tono de voz y la forma de hablar bastan de dos a treinta minutos, para increpar sobre tu forma de vivir fácilmente pueden tardar de cinco horas a dos semanas, y para que hablar del análisis que se lleva a cabo para ver como es tu desempeño como trabajador, pueden tardar de una semana a veinte años, ¡realmente impresionante!.

Para hacer de forma más rápida la identificación de esta clase de sujetos, he optado por llamarlos “los falsamente detallistas”, ya que para mí el detalle es un arte exquisito utilizado de buena forma para rellenar vacíos de la vida cotidiana y no para apocarlos ni hacerlos aún más caóticos, a diferencias de estos fijones que se gastan la vida maldiciendo torpezas ajenas que coleccionan como estampillas de filatelia.

Panchulei

jueves, 6 de mayo de 2010

Extraño Para Quien no Sabe

11ExtrañoParaQuienNoSabe¿A quién encarnarías si te lo propusieran? ¿Que silencio final darías luego de escoger alguna frase? ¿Haz sacado alguna parte del mundo que hay en ti y lo haz dibujado? ¿O haz dejado la mitad de tu vida por tan solo un momento? Tal vez son los exactos dos segundos antes de la apertura de ese telón físico o imaginario, esa separación que puede ser mental o de carne que se diluye cuando materializas en una huella eterna o un segundo tan fugaz como una estrella eso que no todos entienden. Esa mirada delirante, ese escape de la conciencia, ese regalo que haces a todos para que queden pasmados en tu inmensidad, pero que de pronto en la crudeza de los otros puede significar nada. Porque desde el instante de la concepción de una idea, pasamos a ese mágico proceso de creación, que no es más que el hermoso arte de descubrir que hay detrás de ella, darle una forma, o de pronto dejarse llevar por la creación de otro, inmiscuirse en lo que el creador ha querido expresar para hacerlo propio y darle una nueva interpretación a eso que es extraño para quien no sabe lo que es tener la mitad del mundo en sí.

Es una actividad sin garantías, sin devoluciones, sin clientes, pero con una ola enorme que te puede sumergir en millones de nuevas interpretaciones, de dudas surgidas a través de las mismas dudas que surgieron con la concepción de la idea, es la razón de la apreciación, es la valoración de lo bello. ¿Pero que le pasa a quien se dedica a ser un instrumento de traspaso? Esa persona tiende a ser la mal comprendida, la sumergida en sensaciones, la marioneta, el flujo de adrenalina y la explosión final del tiempo. Para quienes son carentes del oficio en los escenarios y de la suciedad de colores que mancha todo el cuerpo, todo esto es extraño, toda la catarsis de la que son espectadores queda en la experiencia de contemplar esa belleza, y no logran entender jamás como las sensaciones se transforman en materialidad. ¿Cómo vemos a los artistas? ¿Cuánto valor tiene el ser pequeños dioses autores de nuestras propias creaciones?

Panchulei

miércoles, 5 de mayo de 2010

Aunque te lo Explique Nunca lo Entenderás

10AunqueTeLoExpliqueNuncaEntenderasAún recuerdo esa mano, esa caminata que aunque fuera del jardín infantil a la casa, se transformaba en toda una aventura llena de invencibles, de rutas secretas, de manjares disponibles a merced, un camino cargado de enseñanzas y largas conversaciones, donde hablábamos de lo nuevo que había aprendido, de lo bien que me había portado, de las cosas que te quedaban por hacer y de tu silencio. Y aunque te fuiste un día de invierno, como una gotita de lluvia escurridiza por la ventana, aún recuerdo ese lazo tan especial y que con tan solo un “good morning” todas las mañanas iluminabas mi habitación.

Tantas cosas he sabido de ti, como de tus juguetes, aficiones e intereses. He descubierto como un milagro tus viejos dibujos, y aún conservo como un gran tesoro un lápiz gordo con el que supongo alguna vez hiciste un boceto. Tú nunca viste mis dibujos, no sé que pensarás de ellos, pero me basta observar mi mano sobre los tuyos para saber de donde heredé esta manía. A veces me avergüenzo por haber hurgueteado tus cosas cuando ya no estabas y para el resto solo eran un montón de cachureos. Pero no te preocupes, que aún da la temperatura y brilla como el oro de los dioses tu pequeña guitarrita. El reloj está bien, no anda, pero está bien. Y siempre he hablado bien de ti, eres mi héroe.

A ratos me imagino que pasaría si aún estuvieras aquí… de pronto así fue mejor. Los más de 70 años de diferencia nos habrían traído más de un problema, y que importa, si en la vida nada de eso vale. Creo que contigo compartí mucha complicidad, es como sentir que entre nosotros muchas generaciones se quemaron, y me alegro que tú hayas estado el principio de mi vida, así como yo estuve al final de la tuya. Al medio hubieran existido muchas cosas inexplicables, líos generacionales inconciliables, cosas que nunca nos podríamos haber explicado. Al final de cuentas, ¡qué carajos sabía yo de tú generación y tú de la mía!. Nunca hubieras entendido este milenio, así como nunca entendí tu sombrero. No sé si te hubiera gustado que hasta el día de hoy supiera de tantas herramientas y fierros, no sé de que cosas hablarías, ni en que gastaríamos el tiempo. ¿Aún existiría alguna lámpara que arreglar en casa? ¿Aún podrías seguir enseñándome cosas? O bien, ¿qué cosas te estaría explicando en vano? ¿Qué misterios de los años veinte tratarías de explicarme?. Hay un abismo entre nosotros, pero a pesar de eso siento tus saludos por la mañana, tu mano al medio día, tu jugo de naranja por la tarde y tus caricias al llegar la noche.

Panchulei

martes, 4 de mayo de 2010

La Máquina Mueve Sesos

09LaMaquinaMueveSesos Cuando fui al último cumpleaños de mi mejor amigo, su abuelo comenzó a contar extrañas historias de la ciudad. Una de ellas era la del proyecto de la máquina mueve sesos. Hace muchos años, un connotado empresario, dueño de una empresa de informática había invertido toda su fortuna en tecnología soviética. En un comienzo solo se quedó con la premisa de que podía ser una poderosa herramienta para mejorar la productividad de sus trabajadores, y no contaba con las advertencias necesarias de los efectos secundarios de este sistema. El puerto fue el testigo de la llegada de gigantes engranes y tornillos sinfín y desde el aeropuerto llegaban cientos de técnicos especializados en el montaje y la puesta en marcha de esta gran mole. Luego de cuatro años de trabajo y armado de la máquina, el antiguo edificio donde se localizaba la empresa, comenzó a sufrir radicales transformaciones. Su altura se duplicó, pero sin continuar la línea de construcción; parecía que desde el piso 13 salían enormes cachos negros con forma de corona, mientras las ventanas perdían su forma rectangular común y sus alféizar comenzaron a curvarse.

Una vez que la máquina estaba completamente montada, descubrieron que toda esta tecnología había sido vendida a tan bajo precio porque aún no había sido testeada, por lo que se puso en marcha una serie de pruebas para comprobar su eficacia. Partieron experimentando con ratas y pequeños engranes incrustados en sus cabezas. El resultado fue que en vez de ser capaces de dar 658 vueltas al día en su rueda, cuando estaban conectadas a la máquina, eran capaces solo de dar 231 vueltas al día, pero sorpresivamente agrupaban las maravillas en formas geométricas. Luego experimentaron con gatos, y a pesar de hacerlos más lánguidos, gracias a la máquina comenzaron a modular su maullido a tal punto de llegar a decir palabras como “quiero”, “necesito”, “mamá”, “colaboro” y “maña” de forma muy educada y acordes al momento. Superando estas pruebas, experimentaron con el primer grupo de humanos; eran quince, todos hombres entre 20 y 35 años, solteros y sin hijos. Abrieron sus cráneos y sin problemas instalaron el engrane en los sesos de cada uno de ellos. La primera semana, todos aquellos hombres que solían trabajar alrededor de cuarenta horas semanales en el departamento de programación y eran sometidos a estas pruebas, no sufrieron ningún tipo de cambio en su desempeño y necesidades básicas. Pero bastaron solo unos días más, para notar cambios realmente considerables. Los primeros fue acortar el tiempo de programación exitosa de veintitrés horas de trabajo a tan solo dieciséis y media. A la tercera semana, ya eran casi súper hombres y demoraban solo nueve horas en realizar su trabajo. Cuando los alcances llegaron a reducir los tiempos de trabajo y así mejorar la productividad a tan solo cuatro horas, aquel orgulloso e importante empresario, se dio cuenta que el someter largas horas al día a los quince hombres de programación a esta tecnología tenía varios efectos adversos, como la conversión de pequeñas partes del cerebro a pequeñas partículas de cenizas, las manos se hinchaban y el pelo se caía. Como las organizaciones de derechos humanos nunca tardan demasiado, apenas se enteraron de esta noticia intentaron boicotear las pruebas, y aunque a ellos les fue imposible, el olor a sesos quemados apestaba tanto, que sus propios vecinos fueron los encargados de prohibir la actividad en la zona, por lo que el edificio fue demolido y el exitoso empresario nunca más se orgulleció gracias a este fracaso a cuestas. Solo logró rescatar algunos engranes y un potente motor, aislarse y tener a solo algunos afortunados quema cocos en una nada llamativa oficina ubicada al lado del antiguo lugar de los hechos, claro que esta vez van sentados frente a computadores de última generación juntos a un excelente sistema de ventilación.

Panchulei

jueves, 29 de abril de 2010

Nos Gusta Hacernos los Grandes

08NosGustaHacernosLosGrandes

Nos encanta hacernos los grandes, sumar adherentes a nuestras causas, sumar miles de firmas, juntarnos de a poco, subirnos uno arriba del otro, aunque esto implique romper más de una costilla o tener que escondernos tras un disfraz. Nos gusta que nos miren hacia arriba, juntar las fuerzas necesarias para demostrar ese poder absoluto que completa la necesidad de gobernarnos y gobernar al resto. Ese síndrome de gigantismo, es el mismo que nos ha hecho caer de nuestras enormes torres, donde el que es cabeza piensa, el que es tronco mantiene, pero el de abajo, el que apenas soporta todo el peso, el de hombros fatigado, es el que motoriza al gran cuerpo.

Las personas han tenido la gran idea de que para inspirar respeto deben organizarse, generar agrupaciones, armar falsos cuerpos, pasar de un poder individual a un falso poder colectivo, porque desde arriba se inspira más temor, porque desde arriba se ven mejor las cosas. Nos gusta creernos el cuento del líder, del empresario exitoso, de la clase alta, de la baja y de la media, nos gusta vernos ordenados, alineados. Eso si que es ser un verdadero de modelo de verdad y autoridad, eso si señores. Que ese cuerpo grande, que se hace el grande pero no lo es, porque son muchos cuerpos para aparentar uno solo, saque su enorme abrigo y demuestren quienes son los insignificantes que se hacen los grandes, quien se cree cabeza, tronco y pies. Mientras el de arriba va en un descanso eterno, que el del medio amortigüe y que el de abajo siga caminando pues.

Panchulei

miércoles, 28 de abril de 2010

Culto a la Inmortalidad

07CultoALaInmortalidad Injertos, tratamientos para la caída del cabello, he visto incluso el arte de la extracción de tumores, vacunaciones anuales, yesos para los huesos rotos, cremas antiarrugas, tatuajes que son “para siempre”, transfusiones de sangre, cirugías reconstructivas, conjuros y brebajes mágicos para llamar a la juventud, o mejor para llamar a la conservación de nuestro cuerpo. Ya se ha transformado en costumbre, o más bien, ya son una necesidad casi obvia, actividades esenciales para nuestra vivencia. Se miraría con horrores a quien en su sano juicio intentara contradecir el culto a la inmortalidad. Imagínense si alguien fuera capaz de evadir todo cuidado físico y se dejara fluir por el normal camino trazado con el que nació su cuerpo. Dejar crecer las uñas, dejar envejecer la piel, esperar a ver si nuestro sistema inmunológico es capaz de sobrellevar por sí solo una enfermedad, dar lo justo y necesario a la vida diaria.

Por lo demás, hoy todo es contrario a la ruta natural, y tratamos todo el tiempo de evitar los baches y las curvas peligrosas, nos hemos asegurado de reparar nuestros defectos genéticos y el desgaste obvio al paso del tiempo. Hemos evitado enfermarnos, ponernos en situaciones de riesgo e incluso hemos llegado a estancarnos en alguna cómoda y gloriosa edad. Hemos querido mantener lo mejor de nosotros, resaltarlo, darle más importancia a la salud del dolor que a nuestro propio interior.

El dramatismo invade los esfuerzos que solo han retardado el momento de convertirnos en polvo, ha dilatado la agonía, ya que hombres y mujeres han gastado las fortunas materiales e intelectuales de nuestra especie, mientras el pelo se sigue cayendo, la piel se desgasta, los órganos se revientan, el cuerpo marcado finalmente no seguirá existiendo, las bellezas se esfuman. Digo que es un dramatismo, porque es tan difícil encontrar durante la vida, la maravillosa experiencia de nacer pero también de morir, de ser seres finitos, de que en algún momento solo nuestras almas valdrán la pena, y que el dolor por ver nuestro cuerpo envejecer y a los nuestros morir, algún día se acabará.

Panchulei