Me cansé de guardar mis dibujos en un cajón y los puse al lado de textos sin mucha importancia sobr

domingo, 5 de diciembre de 2010

Lo Insegurable

 Hace unos años contraté una póliza. La cobertura es extensa, y tiene vigencia hasta el día de hoy. Les cuento;
-Aseguré mi casa; quien sabe si alguien un día la toman, la desentierra, le quitan las fundaciones, sea parte de un carro alegórico o un set de televisión. Quiero mi casa segura y siempre convertida en casa. No saco nada con describir que pasaría con ella participando en un incendio, terremoto o huracán.
-Aseguré mi auto; imposible regalarlo para la práctica de alunizajes, mucho menos convertirlo en chatarra, naves espacial o cualquier tipo de pieza faltante para intentos de naves espaciales universitarias. Si le robasen las ruedas, quedaría como casita para niños en los juegos de arena, no, que horrorosa visión.
-Aseguré mi dinero; tomé un seguro adicional, además de la seguridad que una larga fila en el banco me pueda dar. Aseguré el plástico y el metal, aseguré hasta las letras sobresalientes con mi nombre, los sellos de agua, aseguré la tinta y los colores. Tomé un seguro adicional para que las cifras no cambien con el paso del tiempo, y así desaparezcan mis fondos. Aseguré la cordura con la que debo ocupar cada peso, aseguré su pérdida sin explicaciones y aseguré mi sensatez para no prestar más de lo razonablemente aceptado.
-Aseguré mi salud; aseguré mi baja probabilidad de tener algún accidente, aseguré mis buenos genes para no contar con extrañas enfermedades, aseguré tener una buena silla en la sala de espera. Aseguré la pérdida de cualquier órgano o extremidad.
Todavía no ha sucedido nada de lo que podría pasar y la póliza cubra mis gastos. Sigo pagando todos los meses esperando utilizar al fin mi parte necesaria, que algo suceda, y aunque nunca evite que sucedan, espero con ansias el momento de hacer uso de esta póliza y todos esos papeles y trámites…