Me cansé de guardar mis dibujos en un cajón y los puse al lado de textos sin mucha importancia sobr

jueves, 30 de septiembre de 2010

No Hables en la Mesa


Ángela es una buena chica. Tiene trece años, es una estupenda alumna, muy aplicada para las matemáticas. Presidenta de curso durante los últimos dos años, capitana del equipo de cheerleaders. Su carácter y voluntad la han hecho merecedora de los más importantes galardones a nivel escolar.
Ángela brilla fuera de su casa, pero dentro de ella, ha sido víctima durante todos estos años de una disciplina tan estricta como agotadora. Levantarse todos los dias, incluyendo sábados, domingos y festivos a las seis de la mañana para hacer ejercicios con su madre. A las siete toma un desayuno a base de semillas y lácteos. Llega al colegio media hora antes y dedica unos minutos a la lectura. Su banco impecable la espera para que ella, perfecta, quieta y silenciosa, cumpla con sus labores escolares. En los recreos suele compartir con sus compañeras, o bien, repasa las materias. Cuando es llamada a liderar las decisiones, estoica se hace responsable de su labor, sin titubear ni dar su brazo a torcer. Por las tardes suele asistir al club de ciencias o al entrenamiento.
Ángela evita siempre llegar a casa. Tiene miedo, siente rabia. No la dejan tocar el piano, no la dejan escuchar radio, hace unos meses le quitaron las revistas, y actualmente solo tiene acceso a la biblioteca de su padre. Cuando llegan las siete de la tarde, se sienta a comer. Perfecta, quieta y en silencio, se enfrenta al peor horror de su vida, no poder hablar en la mesa. “No te metas en temas de grande”, “no se habla ni de política ni de religión en esta casa”, “no tienes idea de lo que hablas”, “la mesa es para comer, no para hablar pavadas”.
Ángela ha decidido desde hoy dar una pequeña vuelta, torcerse sobre su propio eje, girar la cabeza, mirar por la ventana, dejar el plato a un lado y recordar que fue de su día cuando era libre y admirada. Allá adentro se siente enterrada, manipulada, tan disminuida. Planea su pronto escape, aunque demore en ser mayor, ya lo planea.
Ángela se va a dormir a las nueve. Cepilla su cabello, se quita las medias, deja todo ordenado, y sueña con el sonido de fondo del grito de sus padres.

lunes, 27 de septiembre de 2010

La Costumbre Ancestral del Traspaso Generacional



Se repite, se nace, se aprende, se enseña, se muere, se vuelve a repetir. Nacemos como frutos de una flor, dejamos caer muchas semillas, podridas y sanas. Los años van creando su sabiduría, la Gaia se alimenta de nuestras experiencias, la historia abulta sus volúmenes con los próceseres contempóraneos. Cada nuevo brote en esta inmensidad asume millones de decisiones, tantos errores como aciertos, tanta constancia que logra milagros de la ciencia, tanta espera para escribir sobre todo el papel, tanta meditación para lograr el estado perfecto, tanta destreza, talento y vocación para conseguir la belleza y el buen horror.
Es la proyección de futuro, la inversión a largo plazo, el construir caminos levemente cimentados para las próximas generaciones. Los vacíos esperan ser llenados alguna vez, para que de algo sirva seguir con este asunto. Aquellos que vendrán serán la hipoteca saldada, las soluciones a la falta de criterio de tantos miles de millones que ya pasaron por este maravilloso pedazo de universo, seres que serán las comas de están inmensidad, el sentido de algo. Seres dueños de una herencia ya instituída. Sigue y se repite, cuando nacemos lo recibimos, cuando nos llega el momento de nuestra muerte lo entregamos. ¿Cómo moldearlo?, ¿cómo hacerlo mejor?, ¿destruir o enriquecer?, ¿mantener o cambiarlo todo?. Seres que reciben la medalla, seres que la entregan con más o con menos. Una costumbre que no decidimos, un deber, una constante, el legado, la transferencia manual e intelectual, el sentido de la vida.

viernes, 24 de septiembre de 2010

"Mandamientos de Mentira" #1, del blog al papel...

Estimados visitantes, tengo el agrado de contarles que esta semana se han impreso las primeras copias de la revista de mi querido blog. Este es el número correspondiente a septiembre, cuenta con los primeras nueve entradas del blog, arreglos especiales y revisión del texto. Lamentablemente, y por la falta de presupuesto, solo está disponible en Santiago de Chile vía una distribución mano a mano, con un costo de $1000 pesos chilenos. Me encantaría poder llevárselo a todos, pero por ahora, y como está en marcha blanca, solo lo podrán conseguir por mi cuenta. Si vives por aquí cerca, no dudes en enviarme un correo a panchulei@gmail.com.

sábado, 18 de septiembre de 2010

De Incógnito

Estos días son / No un castigo, más bien devoción / Qué separación de mi por dos / Logro mecanización / Pasar años en rápido voy / Pero antes debo atrasar mis juicios.

Estos días van / Qué brillan, que me dan demás / Credibilidad, inteligencia o imbecilidad / Y me atraviesa / Lo que perdura ya es condición / De mis pasos faltos poco errático asfalto.

Quiero sortear mi día / Hacer de mi creación / Campo abierto obsoleto / Fuera de toda inspiración / Y darle espacio al viento / Que arrebata mi imaginación / Una ocupación de incógnito / No sirve, no, no, no, no, no.


Me había acostumbrado a tapar mi cara con un antifaz negro de terciopelo, para que los que me vieron en el escenario no me reconocieran de civil por la calle. Cuando llego al trabajo, mis colegas y jefes ni siquiera se enteran de que fue lo que hice anoche, es como si hubiera cometido un crimen. Cuando me quedo dormida sobre el escritorio, no tienen idea de que ayer la función fue muy tarde por la noche, que de ahí hubo que ordenar, sacarse el maquillaje, las trabas de la peluca estaban duras y me pinchaban los dedos como pequeños diablillos afilados. De noche sueño con lo que vendrá, pero siempre de noche, o por los fines de semana. Luego hay que cumplir la rutina de lunes a viernes, de nueve a diecinueve horas, con un escritorio rebosante de planillas y asuntos por resolver, siempre de incógnito.
Durante la función de anoche divisé a mi jefe entre el público. Me dio escalofríos que me viera por primera vez sin ese antifaz de incógnito. Mi sorpresa fue aún mayor, cuando a la mañana siguiente me llama a su oficina, me entrega un sobre azul y dice; “Lo que perdura ya es condición, y usted no nació para este mundo. Prefiero que se dé una oportunidad, porque lo hace fantástico… Una ocupación de incógnito, no sirve, no, no, no, no, no”. De mi boca fue imposible que saliera algo más que un “Gracias”.
Hoy trabajo de lleno en el teatro, ¿y saben qué?, no me he muerto de hambre. Y aunque me muera antes, moriré completa.


martes, 14 de septiembre de 2010

La Cápsula Unificadora


Me pego piel con piel, chaleco con chaleco, espalda con espalda, bolso con cartera, sueño con aceleración, mano con puño, pierna con billetera. Sentí algo extraño atrás… ¡qué pervertido! ¿Esa señora conocerá el enjuague bucal? ¿Ese tipo conocerá el perfume? ¡Qué mal huele aquí! Ese chiquillo me está mirando con cara de nada, esa niña está concentrada en un libro, que desubicada. Hay tanta gente aquí, dicen que son cinco almas por metro cuadrado, ¡cinco! ¿No serán demasiado?

Todo comienza por las mañanas, cuando la tierra está tan ocupada, que las cápsulas vuelan, y uno con audacia da un gran salto, agarra una cuerda, se sube y ya es parte de la tribulación. Luego en reversa, cuando se ve desde tan arriba el lugar a donde quieras ir. Cuando frena, todos nos movemos como una gran masa, cuando uno quiere salir de ahí, hay que empujar, y terminas no solo empujando al que está a tu lado, sino que la masa se empuja también. Cuando alguien estornuda el otro lo recibe, cuando a alguien le pica la espalda, el codazo para llegar a ella es siempre inevitable. Cuando anda lento, todos alegamos como un gran coro, cuando hace sueño, dormimos en la espalda o el hombro de ese extraño, que de tanto tantear, pareciera ser un amigo de la infancia. Nos quejamos todos los días, y aún así no entendemos que mejor sería caminar o correr, tal vez lo ideal sería quedarse siempre en casa, pero así y todo, trepamos hasta el cielo todos los días cuando sale el sol.