Me cansé de guardar mis dibujos en un cajón y los puse al lado de textos sin mucha importancia sobr

jueves, 24 de febrero de 2011

Secretos Ajenos
















































De cinco cajones bien instalados en ese fino mueble de madera, se me ocurrió abrir el tercero. Tenía una tabla puesta encima para amontonar los papeles y sus contenidos. Después de esos papeles encontré unos sobres con cartas que me dediqué a leer, correspondencia vieja de personas que nunca alcancé a conocer y que hablan de bautizos, cumpleaños y funerales, anécdotas carentes de emociones, desde lugares en los que nunca he estado… Tanto tiempo perdido dedicada a leer cosas que no entendía y mucho menos me interesaban eran tan solo un distractor para llegar al fondo del cajón. Encontré un cuaderno forrado en cuero, con hojas muy gruesas. En la portada estaba grabado el nombre de una persona que sí conocía, en la primera página un excelente retrato de ella. Cuando uno se encuentra con el tesoro de una persona que quieres y respetas tanto, un tesoro cargado de las peores confesiones mezclado con mentiras y deslealtades, es mejor cerrar la boca. Desde ese día cuando lo veo tan tranquilo dormir a mi lado, cuando la veo a ella tan señora de su familia, cuando veo sus rostros mentirosos y culposos, siento que muero un poquito más, bien adentro, que nadie lo note. Ellos no me han incluido en su juego, son secretos ajenos, secretos que cargo como si fueran míos… 

3 comentarios:

Valentin Ibarra - (acertijo) dijo...

Verdaderamente es un posteo desde la misma atrocidad de la verdad.
Alguna vez escribí, quizá torpemente como siempre, algo así como: que si algo tiene infinita capacidad de adaptación es el concepto de verdad.
(Tristemente, a veces es necesario agregar)… saludos.-

Beauséant dijo...

no hay nada peor que conocer absolutamente a una persona :)

Juan dijo...

Este relato sonó a verdad.

Impresionante!