Me gustaría ser un gato, tan sensible y perceptivo, elegante como tan solo ellos saben serlo dentro de su misterioso individualismo. O mejor un caballo, veloz, respetado, un animal que no requiere de tantos mimos y que siempre ha contado con cierto nivel privilegiado de privacidad.
A pesar de contar con tanta oferta y sus respectivas bondades, hay una especie que me han llamado la atención desde muy pequeña: los peces. Tal vez sería más cómodo creer en los seres mitológicos y contar con las bondades de seguir siendo una mujer pero poder nadar sin problemas, pero no elijo ser una sirena. Cuando pequeña mi relato favorita era una leyenda china llamada “La Colina Caracola”;
“Un día un pescador llamado Shihan encuentra una caracola a la orilla del río Lijiang, al sentir lástima por ella elige recogerla, la lleva a su casa y la pone dentro de una tinaja con agua. Los días siguientes fueron de gran sorpresa para él; cada vez que llegaba por la tarde tenía una mesa llena de exquisita comida para él. Sin saber quien era, planea llegar un día temprano a su casa y descubrir a la persona que ha tenido tan gentil gesto con él. Así descubre a una hermosa mujer cocinando. Shihan sorprendido no haya más que darles las gracias y elogiar su comida, pero la mujer le dice tímidamente: “No, soy yo quien debe darle las gracias por haber salvado mi vida. Mi nombre es Paludina, y sé que usted es un buen hombre, me gustaría vivir aquí”. El pescador sorprendido se dio cuenta que ella había salido de la caracola y no dudo en aceptar su permanencia en la casa. Paludina era muy hábil, además de cocinar delicioso, escribía poemas, cantaba canciones populares, dibujada y manejaba el telar. Shihan comenzó a aprender mucho de ella, y luego se casaron y tuvieron tres niños. Un día Shihan comenzó a cantar canciones populares mientras pescaba a la orilla del río, cuando justo iba pasando el jefe de la custodia distrital montando un mulo, y le preguntó quién le había enseñado esas canciones, a lo que él responde “Ha sido mi sabia esposa”. El jefe de la custodia le pide conocerla y luego de hacerlo quedó sorprendido por su belleza e inteligencia. Cuando llegó a la alcaldía le comentó sobre Paludina al alcalde, el que decidido viaja hasta la casa de Shihan para quedarse con tal excepcional mujer, sin antes mandar a su mayordomo con el siguiente mensaje; “Vaya a decirle a ese Shihan, que mañana su esposa debe servirme diez platos de comida como señal de respeto”. Al otro día, cuando llegó el alcalde quedó paralizado frente a la hermosa Paludina, pero al notar que solo había un plato de cebollines con huevos sobre la mesa, se puso furioso: “Ayer le mandé a pedir diez platos y aquí hay solo uno”. “Este cebollín representa nueve platos y el huevo suman diez platos” responde Paludina. Luego de eso, el alcalde comienza a hacerle preguntas de ingenio para desafiarla, y al ver que Paludina respondía a todas de forma correcta sin problemas, decidió que esa mujer debería ser su concubina. A Shihan le dio la oportunidad de quedarse con la mujer solo si le entregaba un huevo de gallo. Luego de tres días, Paludina recibe al alcalde que vociferaba fuera de su casa; “¡Shihan!, ¡Dame el huevo de gallo!”. “Shhh, silencio, que mi marido esta en la casa dando a luz”. A lo que el alcalde dice; “Es imposible, los hombre no pueden tener hijos”, ingeniosa Paludina responde “¿Si un hombre no puede dar a luz, como un gallo podría darme un huevo?”. Paludina corre hacia su casa, y junto a Shihan y sus tres hijos huyen por la puerta trasera. Cuando llegan a la orilla del río Lijiang, el alcalde y sus hombres le pisaban los talones. Paludina saca una pintura que ella había realizado en la que aparecía una carpa y anuncia: “Hermana mayor carpa, ¡le ruego que nos cargue para pasar el río!”. La carpa asintió y luego lleva a la familia a la otra orilla del río. El alcalde manda a sus hombres a cruzar el río en una balsa y atrapar a la mujer. Para huir de ellos Paludina transforma a Shihan en una rana y ella se convierte en una colina con forma de caracola. Los hombres que iban viajando en la balsa muertos de espanto ven como del agua sale una enorme carpa y de su boca surgía una fuente impetuosa, debido al cual la balsa se volcó, y el alcalde y sus hombre se ahogan. Desde entonces, a la orilla del río Lijiang se alza una hermosa colina con forma de caracola, a su lado tres pequeñas rocas con forma de caracola, una hermosa roca con forma de sapo y la otra colina con forma de carpa. Allí descansan luego de su huída y en libertad, la familia de Paludina y Shihan.”
Desde esos años, cuando era pequeña y me leían esta hermosa leyenda china, creí en el poder de la metamorfosis. Ese que a su vez puede sortear diversas formas a partir de uno, puede convertirte en lo que sea en momentos de peligro, esa que hace que nuestros deseos se hagan realidad. Esa carpa me ha salvado muchas veces llevándome amorosamente en su lomo, por lo que elijo otra vida, la de una carpa salvadora dispuesta a llevar a cualquiera en malos momentos a otro lugar mejor.
2 comentarios:
Que buena la historia.
Si no fuera porque la plata es necesaria ya hubiese dejado todo botado para andar mochileando por todo el mundo. En mi adn todavía queda espíritu nómada de los primeros humanos.
Si encuentro una carpa que me ayude en el viaje sería genial.
Muy hermoso tu escrito, lo he meditado y yo en reiteradas ocasiones me he cansado de ser humano, mas no de vivir. Ser humano requiere preguntar mucho y obtener pocas respuestas cuando nos golpea una realidad que no podemos entender completamente....
Te dejo un gran saludo ;)
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