Encuéntrame a la orilla de los ríos que suelo detenerme a mirar, encuéntrame en mis silencios, esos que parecen ser cada vez más profundos. Encuéntrame jugando con ellas, observándolas de lejos. Si, se están muriendo de hambre. Si, ya están fatigadas, suelen desmayarse sin poder controlar la corriente que las lleva hacia el fin de sus vidas. No se han dado cuenta que de tanto fastidiar se pudren por dentro. No hay que darles nada… No le des de comer a las bestias, viste que si te pescan de un mordisco pueden tomar tu mano y luego continúan con el brazo.
¿Cazarlas? ¿Para qué rebajarse tanto? Ni siquiera su carne es rica, no vale la pena gastar trampas ni esfuerzos en atraparlas. Las águilas no cazan moscas, ellas fueron hechas para volar por los aires, no para arrastrar tierras en sus patas de ave solo para intentar agarrar un poco de comida, las águilas buscan la oportunidad o la reciben en lo alto.
Mejor ignorar esas pequeñas e insignificantes bestias, esas que pasean con disfraces sin valerlos, esas que dejan la arrogancia en los aires mientras sus cabezas se siguen llenando de aire podrido, de ganas de morder a la gente, que sigan soñando con venganzas y pérdidas de tiempo, mientras el río cargado de eterna nada y mediocridad se las lleva… Es hermoso contemplarlas desde este silencio en tierra firme, con esa misma indiferencia con la que se contempla el agua.
1 comentario:
A veces es bueno darle muerte a una que otra, también es sano hacerlo.
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